¿Nuestra realidad?
En el año en que el FSM se encuentra con la población Pan-  Amazónica, nosotras mujeres de diferentes partes del mundo, reunidas en Belem,  reafirmamos la contribución de las mujeres indígenas y de todos los pueblos de  la floresta, como sujetos políticos que enriquecen el feminismo a partir de la  diversidad cultural de nuestras sociedades y fortalecen la lucha feminista  contra el sistema patriarcal capitalista globalizado.
Hoy en el mundo,  vivimos varias crisis que expresan la inviabilidad de este sistema. Las crisis  financieras, alimentarias, climáticas y energéticas no son fenómenos aislados y  representan una crisis del modelo, caracterizado por una sobreexplotación del  trabajo y de la naturaleza, y por la especulación financiera.
Frente a  estas crisis no nos interesan las respuestas paliativas basadas en la lógica del  mercado que sólo pueden llevar a la sobrevivencia del sistema. Necesitamos  avanzar en la construcción de alternativas. Para la crisis climática y  energética, nos oponemos a soluciones por medio de agrocombustibles y de los  mercados de créditos de carbón.
Nosotras mujeres feministas proponemos el  cambio del modelo de producción y consumo.
Frente a la crisis alimentaria  afirmamos que los transgénicos no representan una solución. Nuestra propuesta es  la soberanía alimentaria y el desarrollo de la producción  agroecológica.
Frente a la crisis financiera y económica, nos  pronunciamos en contra de los millones retirados de los fondos públicos, para  rescatar bancos y empresas. Nosotras feministas reivindicamos la protección del  trabajo y el derecho a una renta digna.
No podemos aceptar que los  intentos de mantener el sistema se hagan a costa de la vida de las mujeres. Los  despidos en masa, los recortes del gasto público en las áreas sociales y la  reafirmación del modelo productivo, impactan directamente en nuestras vidas en  la medida que aumenta el trabajo de reproducción y sustentabilidad de la  vida.
Para imponer su dominio en el mundo, el sistema recurre a la  militarización y al armamentismo; inventa confrontaciones genocidas que hacen de  las mujeres un botín de guerra y utilizan la violencia sexual como arma de  guerra en los conflictos armados. Se expulsa a las poblaciones obligándolas a  vivir como refugiados, consagra la impunidad de la violencia contra las mujeres,  el feminicidio y otros crímenes contra la humanidad que suceden cotidianamente  en los conflictos armados.
Nosotras feministas proponemos  transformaciones profundas y radicales de las relaciones entre los seres humanos  y con la naturaleza, el fin de la lesbofobia, y del patriarcado heteronormativo  y racista.
Exigimos el fin del control sobre nuestros cuerpos y nuestra  sexualidad. Reivindicamos el derecho a decidir con libertad sobre nuestras vidas  y los territorios que habitamos. Queremos que la reproducción de la sociedad no  se haga a partir de la sobreexplotación de las mujeres.
Nos solidarizamos  con las mujeres de las regiones donde se dan conflictos armados. Sumamos  nuestras voces a las mujeres de Haití y rechazamos la violencia de las fuerzas  de ocupación. Nos solidarizamos con las colombianas, congolesas y tantas otras  que resisten cotidianamente a la violencia de los grupos militares y de las  milicias armadas involucradas en los conflictos. Expresamos nuestra solidaridad  con las mujeres de Irak que enfrentan la violencia de la ocupación militar  norteamericana.
En el momento actual, nos solidarizamos especialmente con  las mujeres palestinas de la franja de Gaza bajo ataque de Israel y nos sumamos  a las luchas por el fin de la guerra en Medio Oriente.
En la Paz y en las  guerras nos solidarizamos con las mujeres víctimas de violencia patriarcal y  racista contra las mujeres negras y jóvenes.
De igual manera,  manifestamos nuestro apoyo y solidaridad a cada una de las compañeras que están  en las luchas de resistencia contra las hidroeléctricas, las madereras, mineras  y los megaproyectos en la Amazonía y otras partes del mundo y que son  perseguidas por su oposición legítima a la explotación.
Nos solidarizamos  con todas las mujeres criminalizadas por la práctica del aborto o por defender  ese derecho. Reforzamos nuestro compromiso para hacer converger acciones para  resistir la ofensiva fundamentalista y conservadora para garantizar que todas  las mujeres que lo necesiten tengan derecho al aborto legal y seguro.
Nos  sumamos a las luchas por accesibilidad para las personas con deficiencia y por  el derecho de “ir y venir” de las mujeres migrantes.
Por todas y por  nosotras mismas, seguiremos comprometidas con la construcción del movimiento  feminista como una fuerza política contra- hegemónica y un instrumento de las  mujeres para alcanzar la transformación de sus vidas y de nuestras sociedades,  apoyando y fortaleciendo la auto-organización de las mujeres, el diálogo y la  articulación de las luchas de los movimientos sociales.
Estaremos todas,  en todo el mundo, el próximo 8 de marzo y en la semana de Acción Global 2010,  confrontando el sistema patriarcal y capitalista que nos oprime y explota. En  las calles y en nuestras casas, en las florestas y los campos, en nuestras  luchas y los espacios cotidianos de nuestras vidas, mantendremos nuestra  rebeldía y movilización.
Belem, 1 de febrero del 2009
